Detesto leer noticias 'buenas' cuando en realidad son enmiendas de cosas malas que desconocía. Por supuesto no era desconocido para mí que numerosas asociaciones médicas aún veían, y ven, la homosexualidad como una enfermedad con cura, pero sí que desconocía que tenían amparo legal.
Sin embargo, California, una vez más, se desmarca como único estado de la 'América libre' al prohibir estrictamente las 'terapias' que desde hace más de treinta años se practican dentro de ese marco legal. Las prácticas en concreto son las más que mitificadas terapias de choque aplicadas, atención, a menores de edad con comportamiento afeminado o con claras tendencias homosexuales. La terapia se aplicaba, y se seguirá aplicando en el resto de estados federales, en base a la afirmación que la NARTH (National Association for Research and Therapy of Homosexuality) hace sobre las tendencias homosexuales, cuyo origen ubica en 'abusos sexuales sufridos cuando se es niño o problemas emocionales generados en la infancia'.
Si alguno de los lectores aún no ve la atrocidad, abandone éste blog inmediatamente. Es tedioso tener que hacerse eco de determinadas noticias, es tedioso ir de activista, pero creédme, es mucho más tedioso seguir descubriendo a día de hoy éstas doctrinas que sólo un insensato puede apostillar y que sólo un demente puede aplicar. Aquí ya no hablamos de personas adultas que por descontento, depresión o simple inconformismo prefieran pensar que están enfermos y ponerse voluntariamente en manos expertas que les ayuden a encontrar el camino; lo que aquí se plantea es un abuso total y un ataque frontal sobre un menor por una determinada forma de expresarse o por la inclinación de sus gustos sexuales. El tema es tan serio como lo acontecido con Kirk Murphy, cuya familia indujo a la citada terapia siendo un menor, y que terminó ahorcándose con 38 años mientras que los fieles a la terapia consideraban su historia como un 'exito de resultados' al haber erradicado del crío el comportamiento afeminado...
Al final, para ciertos temas, es mejor explicar las cosas como a los párvulos: ser homosexual no es excluyente ni hace a las personas diferentes; ni para peor, ni tampoco para mejor (error en el que muchos por cierto recaen), y si te ha hecho diferente es de la misma forma en que te hubiera hecho diferente el haber nacido en Wisconsin y no en Alicante. Nada más. Ser homosexual tampoco hace a las personas más tristes aunque ahí si que influya en gran medida el haberse desarrollado en un círculo más o menos hostil, más o menos tolerante, o simplemente el apropiado, el que se basa en el respeto hacia LAS PERSONAS, que no hacia los gays.
Si exigimos, hagámoslo con bueno uso de los términos, el respeto tiene que ser hacia las personas. Las terapias, amigos, las terapias para quiénes las requieran.
Jesús Galeote.
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