Arde nuestro pueblo favorito, sobre todo el primer fin de semana de julio, y arde impasible mientras un cielo anunciante, de malfario y de humo humano convierten a Málaga en TT en Twitter. Málaga, que ni con su terral que llamamos fuego, ni con su poniente que quema hasta el alma había conseguido hasta ahora verse acorralada por unas llamas, por un hombre.
El fin del mundo será sobrenatural, por supuesto, pero porque sobrenatural es que sus propios habitantes lo destrozen, lo acosen, lo quemen.
Quemados todos ya de éste verano extracaluroso, extraño y extraoficial. Éste verano sobre el que nadie nos había advertido y que quiere decirnos adiós de la misma forma en que llegó. Ardiendo.
De la misma forma en que arderemos tosdos en un fuego que ni fatuo ni celestial, simplemente el que nos mereceremos. Al que aspiramos. Me encuentro negativo a la vez que eufórico, como los incendios. Llamas que desatan alegremente su ira aún a sabiendas de la destrucción que a su paso dejan. Así me siento en éste final de verano:
Eufórico, fatuo, demoledor...
#ardeMálaga y yo con ella.
Jesús Galeote
Bueno, espero que como el Fénix, renazcas de las cenizas. No podemos decir lo mismo de los árboles quemados si no hay una política de reforestación importante e intensiva. Aquí recortan a todos menos a la iglesia. :-(
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