Hoy día, todo nuevamente controlado después del efímero descontrol; hoy que somos capaces de dominar cuerpo y mente haciendo un pino meditatorio contra la pared, amar se ha vuelto realmente ecológico. En esa lista de la compra que no faltan aguacates biológicos, sandías chinas o tomatitos del perú; llega el amor y también se rellena de soja para actuar de bálsamo sorprendentemente racional, lógico y al parecer duradero para nuestros antiguos males.
Encuentros en calles repletas de bicicletas, besos con sabor a cupcake y románticos paseos por superficiales muelles portuarios convertidos en nuevas bacanales del mal gusto. En medio de todo ello, el amor cobrando ese nuevo cariz a parisino, a berlinés, a europeo; ya no tan londinense ni tan clubber, ni mucho menos adicto; nada excesivo, todo llanura, todo reflexión y una incómoda postura que busca un Nirvana que todo perdona y comprende.
¡Amor!, sólo faltaba por ver que te alejaras de los locos y ser captadao por esos nuevos gurús de la reflexología y la paz perpetua. ¡Amor! que sigues intacto en tiempos de yoga pero que dejas huérfano a los desorientados, ahora aún más sin tu influjo...
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