sábado, 2 de abril de 2011

Simona Ray, ex- estrella, ex- bollera y ex- adicta.

Recuerdo aquella noche en que Fran y yo volvíamos de actuar en Valencia. La noche fue todo un éxito, ya que Simona siempre funcionó muy bien en la Comunitat. No hay nada mejor que una dosis de derechismo y de saber estar modo fallera como para meterte al público valenciano en el bolsillo. El caso es, que a la vuelta, nos pusieron un mercedes maravilloso, bastante espacioso y con un servicio de minibar a nuestra disposición, para volver a Madrid. No era lo que se dice una limousine, que la verdad, no me gusta hacer uso de ellas, pero al final podría haber hecho sus veces de lujo y confort, si no llega a ser porque a Fran se le atragantó el olor del ambientador. Nada más entrar, le vino una primera repulsa a la que yo contesté con una mirada desafiante en la que claramente pudo leer ‘como te quejes te rajo’. Tras las primeras giras en furgoneta, sentada a veces encima de mi propio baúl vestidor o compartiendo asientos con bailarines y músicos, por fin tenía un Mercedes de uso exclusivo para mí y para mi asistente, y éste tremendo desagradecido estaba a punto de quitarme la ilusión. No es que el ambientador oliera mal, es que el señorito había desarrollado extrañamente hacía unos años alergia a las rosas. ¿Quién puede tener alergia a las rosas? Estaba y sigo convencida que más que alergia, era pura envidia la que había desarrollado al llegar día tras día al camerino y encontrar ramos inmensos de rosas para mí. Al principio, que eran de simples fans, parecía no molestarle, pero, su repulsa y odio hacia la dichosa planta, aumentaba de forma directamente proporcional a la subida de caché del remitente. La primera vez que recibí un ramo de rosas de un alcalde, que jamás olvidaré fue en Granada, montó una escena más digna de guardería que de una compañía de artistas de nivel, ¿el alcalde?, y ¿por qué te tiene que enviar rosas el señor Alcalde?, sabes que está casado y que toda su familia estaba en el palco principal, Simona…no habrás flirteado con él, ¿no?; porque princesa (de vez en cuando me llamaba así para aparentar falsa condescendencia), una estrella como tú no debe verse mezclada en líos institucionales, y ese señor, querida, aquí es eso, una institución. No aceptes regalos de dineros públicos nunca Simona, o algún día nos veremos en plaza Castilla…

No hay comentarios:

Publicar un comentario