miércoles, 22 de septiembre de 2010

Armonía.

Echar a correr para luego volver corriendo al mismo sitio.
Gritar al mundo lo que me apetece para luego reflexionarlo en silencio.
Salir de mi cueva pero echando bien la llave.
Saltar al vacío para quitarme éste vértigo que padezco, que hace que piense en cambios.
De ciudad, de estado, de futuro. Cambios.
Creer que estoy en un abismo, para luego sentarme tranquilamente frente a él y ver la película de mi vida, y comprender que es la que he querido y quiero llevar, y comprender también que mañana será la que quiera llevar.
Levantarme ansioso, como hoy, y creerme capaz de todo, pese a no estar capacitado para nada.
Pensar en Madrid, Barcelona o Londres desde calle Ollerías, sin querer dejar de despertarme aquí hasta que haya un motivo que me haga despertar allí.
Pensar en un cambio durante dos horas hasta terminar con dolor de cabeza, y, sin darme cuenta, que el dolor desaparezca.
Que la ansiedad se esfume por saber que lo que haga o cuándo lo haga, siempre será lo correcto. Será como siempre en estos 29 años, lo que he querido.
Terminar con este egoísmo que me eleva, que me agota pero que finalmente siempre se disfraza de generosidad.
Tener el valor de escribir todo ésto mientras Pimpinela canta en Sálvame 'Mañana'.

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