domingo, 4 de diciembre de 2011

Ante la desesperación me pongo gorro.

    Los domingos no debería tener el portátil a mano. Escribo gilipolleces y hoy no será una excepción.

    Llevo días viendo lo que fue, lo que no fue, lo que será, lo que está siendo y lo que no debe ser. A mi paso encuentro señales de todo ello. A veces es fascinante, aunque son más las que son decepcionantes. En cualquier caso, yo siempre fluyo sobre todo, lo veo desde arriba, a una distancia bastante prudente como para no ver mejor.
    Nadie entenderá lo anterior, me consta. Ser bloguero popular(ísimo) te obliga a escribir también sobre cosas tan personales que no llegan del mismo modo que os llegan las aventuras de Tyler o una crítica polémica. Tras mi último viaje a China me han pedido muchas personas que haga un diario, y yo, halagado y agradecido, eso hago.

    Anoche la pasamos rodando en mi céntrico apartamento unas secuencias para JAMÁS TUVE MELENA. Hay más tomas falsas que material publicable, es cierto. Trabajar con un mejor amigo mientras apuramos una deliciosa botella de ginebra sustraída a su padre, no da para más que risas y un lliteral PAVO.
     A las 3 de la madrugada decidimos bajar al Velvet, que fue el sitio de la noche. En la cola me enteré que Almudena estaba haciendo las fotos de la fiesta! Y entonces grité, y cuando entré grité más aún; entre flash y flash vi caras familiares de familiares reales o de familiar de la noche anterior. Bigotes había pocos más allá de los de cartón, pero la música era estupenda para tener así el cuerpito entonado.

    Volví a casa no sé muy bien a qué hora, ni uso reloj ni tengo móvil, me oriento por el sol, como los antiguos. Y me va bastante bien. El único destrozo que perder el smartphone ha supuesto en mi vida ha sido felicitar un día tarde a mi amiga Vane en el día de sus 29 años... por lo demás, vivo relajado, incomunicado y lo mejor, sólo localizable para Rafa y Alex... y lo de mejor es tan real cómo que cuando volví de Shanghai tenía miles de whatsapp un poco psicopáticos de alguien que quiere por cojones trincarme. Muerto el móvil, que se haga una paja.

    Almu me regaló un coletero precioso que es mi primer regalo de Navidad y que además será mi primer coletero cuando mis pelos se midan por decenas de centímetros. Soy Feliz, necesito que crezca ya. Ante la desesperación me pongo un gorro:



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