lunes, 21 de marzo de 2011

Amarillo es el objetivo. Trípoli.


    En un país predominantemente amarillo como China (foto) qué queda si no. Empatía con el entorno y mucha fiebre. Ejércitos y juventud borracha y loca de fiebre. Cada vez vivo más apasionado los pocos momentos libres que el lejano oriente me ofrece. Que no es precisamente lo que aquí abajo os dejo (vídeo), pero bueno, de ello se trata la globalización. De eso y de poder bombardear a cualquier magnate árabe que atente contra los derechos de su pueblo. Espero que al menos los intereses sean solo esos, el pueblo, y no lo que yace bajo el subsuelo. Me parecería muy amarillo si ocurriese lo contrario. Si después de bombardear Trípoli, cargándonos a muchos civiles que allí habiten, conseguimos encontrar a Gadafi, hacerle caer todo el peso de la justicia por sus injusticias cometidas y encima, conseguimos que el pueblo libio por fin disfrute de una plena democracia, entonces que tiren bombas hasta los fanfarrones.
Si por el contrario, solo queremos llegar, acabar con y sustraer de un oro negro para convertirlo en algo muy amarillo, entonces no habrá esperanza para eso que llaman la oleada de cambio en el mundo islámico.
Que Alá esté con los suyos.

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