lunes, 7 de marzo de 2011
Volar.
Me bloquea pensar que ciertas partes de mi intimidad pudieran ser exhibidas en sitios públicos; pero, a la hora de tener un poquito de vergüenza, cierto es que siempre la termino perdiendo.
No os hablo de un posado, se trata de algo más personal aún, de sentimientos. Una polla no deja de ser algo que finalmente tiene un patrón común y cuya mecánica y funcionamiento es el mismo que el del resto de pollas. El alma, sin embargo, no encuentra patrón alguno ni común denominador. Es obscena, mal educada e irreverente y cuando dice de salir, es la única parte de uno mismo que te deja con el 'culo al aire'.
La melancolía es un licor bien caro, decía una canción; no te has dado cuenta, y ya te ha emborrachado. De borracheras de meláncolía y chupitos de pasión espero que sea ésta semana que hoy empieza y que, para mí, acaba el jueves.
Cuando parta a China una vez más, daré gracias a los que nunca me dejan beber solo.
Anoche volví a ver Black Swan y no se si es Natalie, su personaje, o ambas, quiénes me producen tanto sentimiento encontrado, tanto amor vs miedo, tanta locura vs pasión. ¿Acaso no somos todos cisnes blancos vs negros?, o mejor ¿no tenemos todos más de cisne negro que de cisne blanco?. Desde luego ahora aparecerían mil niñatas diciendo que son el negro porque prefieren ir al infierno donde van las chicas malas o frases así sacadas de tuentis y mesas de instituto. A mí también el cisne negro se me antoja más precioso aún que el blanco, pero no por la maldad que prejuiciosamente enmascara, sino por la belleza de un alma irreverente y desafiante, y de unas alas tan altivas como destructivas, pero que nunca se cansan de volar.
Que nadie se canse de volar.
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