Por el chalet del ruso pasaron modelos,
presentadoras de televisión, chicas de anuncio, desconocidas espectaculares y
hasta hijas de nobles ávidas de nuevas experiencias. Cuanto mayor era el nivel
de la chica, más crecía la exigencia de Jacob. Se convirtió en una obsesión y
su expectación al abrir la puerta llegaba a cotas insanas. Dejaron de
interesarle las chicas que recibía y Madame Caroline no sabía como contentar ya a su mejor
cliente. Un día, Jacob le pidió por teléfono 'por favor sorpréndeme, pero ésta
vez de verdad'.
Dos horas más tarde sonó el interfono del
chalet. Ésta vez, tras abrir, Jacob salió al porche ansioso de ver su sorpresa,
no pudo esperar dentro como hacía siempre. Del sendero rodeado de césped que
llevaba del portón a la propia casa no se oía sonido de tacones esa noche; en
su lugar, un chaval de apenas diecisiete años caminaba hacia el porche con paso
firme y decidido, pero sin mirarlo directamente a los ojos. En seguida notó que
aquel chico estaba como un flan, quizás Jacob era su segundo o tercer cliente,
por no decir el primero. El ruso enrojeció de cólera, quiso entrar, cerrar el
paso al joven y llamar a Madame Caroline al instante, sin embargo un simple
'buenas noches señor' con voz tímida y un poco temerosa frenaron su
irreverencia. Aquél joven adolescente estaba mucho más asustado que él, no
cabía duda. Lo invitó a pasar, sirvió dos copas y empezó a escudriñarlo con la
mirada. Era guapo, bien proporcionado, educado e inocente.
Los Reyes de la Pista. Por Jesús Galeote con ilustraciones de Antonio Melendez.
(Febrero 2012 edición papel y electrónico).
Los Reyes de la Pista. Por Jesús Galeote con ilustraciones de Antonio Melendez.
(Febrero 2012 edición papel y electrónico).