... Desde ese día, la pequeña de
siete años comenzó a danzar. Carmen, rebosante de orgullo, le buscó la mejor
escuela de danza de toda Barcelona e invirtió en éste esfuerzo su plan de
pensiones. Yeya sería una gran bailarina clásica y, si su madre había decidido
no formar parte de sus logros; Barcelona entera, el mundo entero, vería algún
día triunfar a esa pequeña que con tanta destreza se ponía de pie sobre sus
dedos gordos.
A unos meses del concurso, la banda sonora
de su vida era ahora el Cascanueces y Yeya recordaba aún perfectamente aquella
tarde en que su abuela le animó a bailar. Se preparaba para el gran concurso
cómo una joven profesional de dieciocho años que quería ser reconocida como
bailarina, pero cada vez que ensayaba en la gran sala de audiciones, no podía
evitar mirar las vacías sillas del público buscando a una pareja de entrañables
adultos que se frotaran las lágrimas de emoción por ver bailar a su hija.
Los Reyes de la Pista. Por Jesús Galeote
(Febrero 2012 papel y ebook)