viernes, 18 de noviembre de 2011

China: Día 3. Echarse novio en la cola del taxi.


    Lo que véis es lo primero que he visto ésta mañana en cuanto he subido al taxi para visitar a un proveedor. Es una china que va en un taxi y va cambiando cosas en la cara: pestañas, labios o dos trozos de cinta aislante que aparecen de repente en sus mejillas. Está todo en chino, así que no he conseguido adivinar qué anuncia. En Shanghai todos los taxis tienen una pantallita en el asiento de copiloto, tras la cabecera, para que los pasajeros, que  normalmente se sientan detrás, se entretengan en el trayecto. Y sí, pueden ser trayectos largos.
    Hoy he cogido tres taxis para moverme por la misma ciudad. De Pudong (dónde está mi hotel) a Pudong Expo Area (sí, dónde la Expo), 40 minutos. De Pudong Expo Area a Shanghai Mart, 1:30 minutos. Finalmente, de Shanghai Mart a Pudong, 45 minutos. Todo eso sin salir del 'centro' de Shanghai.

     Entre tanto trayecto, hemos comido en Wagas. Por unos 6 euros, que no es barato aquí, comes en el típico café que sirve tanto como para desayunos como para brunch de comida rápida con toque natural y homemade. Es un sitio para pedir pasta, sandwich o ensalada y también para café y bollos. Muy del estilo Sex and the City, está lleno de gente de oficinas cercanas y de extranjeros. Una tarde aquí te puede dar muchas pistas del Shanghai 'bien'. Yo he pedido penne al pesto con pollo y queso feta (otra vez). Riquísimos. Acompañado todo de la ensalada de la casa que te ponen da igual lo que pidas: lechuga, tomate cherry, pepino fresco y vinagreta, y una rebanada del cereals bread del bueno. A zampar.

     Tras el brunch, he asistido atónito a como una familia de cuatro miembros (+ paraguas) se acomoda en la típica moto que no vemos en España desde los 90. La secuencia aquí:







    En medio de la escenita ha llegado uno de esos tres taxis. Nos llevaba a Shanghai Mart, que es un mercado de telas y fornituras enorme. En Shanghai todos los taxis son iguales, marca Wolkswagen Santana, que deben de tener mil años pero son los coches más veloces que he visto en mi vida. El servicio de taxi es buenísimo y barato. Hay taxis amarillos, verdes, azules o rojos. Recuerdo que la primera vez que salí de marcha en Shanghai, alguien me dijo 'nunca cojas uno rojo', y yo, que siempre he confiado en la bondad de los desconocidos, tres años después sigo sin saber el misterio de los taxis rojos. Si se trató de una novatada, fiel borrego he sido.



     Me he puesto el ipod y a disfrutar del la caravana. La música siempre viene conmigo, pero es que hoy me he dado cuenta además, después de oírla miles de veces, que la canción Mirona, de Pastora, me describe totalmente. Vamos, que soy algo así como su inspiración sin ellos saberlo. Qué duro!. El mercado de fornituras no ha sido para tanto al final. Miles de tiendas, y digo miles real, dónde aburrirte entre lazos, botones, cremalleras y por supuesto, nada de lo que buscábamos. ¿por qué nunca encontramos lo qué buscamos?

    Al final, muerto de calor, se me ha ocurrido pedir un Americano Tall en Starbucks, el cuál ha elevado mi temperatura a ambientes veraniegos. Café en mano (soy lo más), a esperar taxi durante una hora. Los chinos establecen muchas relaciones en las colas del taxi. Entre 'cuanta gente!' 'lo que tarda!' y '¿tú dónde vas?' al final más de uno termina compartiendo taxi y quién sabe qué más. Conozco a una chinita que conoció a su marido de esa forma. En España, en una cola, como mucho establecemos una riña monumental por intentar colarnos. Diferencias occidente - oriente por 0,25 céntimos la respuesta:

'echarte novio en la cola del taxi'



Son las 2 de la madrugada, he bebido cervezas de trigo y varios gin tonics, no me he echado novio en la cola del taxi pero un muchacho de color me ha dicho que si salgo mañana...

¡ Claro que salgo !



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