¡Maldita perra consentida e influenciada por la americanización a la que La Sexta la somete!!. Si, Tyler quiere disfrazarse para Halloween. Tyler es siniestra, juguetona y muy macabra, por lo que no me ha sorprendido la verdad, pero el hecho de que necesite estrictamente que su disfraz sea de vampiresa me hace tener marcado el 061 en todo momento en mi celular.
Veréis, las vecinas del bloque, organizan para cada evento y sin importarle el arraigo de éste o no, fiesta en el patio interior. Ayer tocó al portero la vecina de arriba, sí, la dueña de Lola, y nos dejó la invitación. Por supuesto Lola la acompañaba y creí advertir incluso un guiño de cómplice hacia mi perra... Creen que no se nada, pero lo del diario fue tan revelador que soy consciente de la relación lésbica entre ambas. Tras mi primera negativa a acudir a la fiesta del patio, llena de vecinas octogenarias con sombreros de bruja y murciélagos de plástico, Tyler berreó de tal forma y con tal fuerza que su mandíbula estuvo a punto de salirsele. Ante éste panorama, uno accede claro.
Lo peor de Tyler es que lo hace porque, ¡cómo no!, también se cree Heidi Klum y se ve en la obligación de cada año ser la estrella del photocall del bloque (con los buzones de correos como patrocinadores...). Como os he dicho, exigió ir de vampiresa porque según ella, y pese a las leyendas en torno los países caúcasos como origen de ésta raza de personas vampíricas, que por supuesto existen, y que se alimentan de sangre; el verdadero origen se halla en Islandia. Sinceramente ni me extraña. Bien sabemos que las historias son contadas en relación a conveniencias políticas o geográficas, y bien es ciertísimo que Islandia, hasta la fecha, es exportador de especímenes raros y cuanto menos llamativos.
Tras ubicarme en el mapa el punto concreto dónde data el primer vampiro que obviamente era antecesor suyo, Tyler me ha exigido ir de compras a por su disfraz, y nada de ir 'a esa maldita tienda del centro que huele a neftalina y compran pelucas los travestís de la Nogalera, de hecho no voy disfrazada, voy de vampiresa en honor a mis antepasados y no voy por ahí burlando a los muertos, para mí es un día muy sagrado querido...'.
Tras ésto, uno se pone a relacionar su mandíbula, sus poderes de bruja y las rarezas islandesas; y es entonces cuando accede a no poner negativa alguna a ésa noche, de hecho la he prometido acompañarla en todo momento y no dejarla sóla ni un instante... No quiero que mi bloque termine con una sangría real al estilo de La Comunidad. Dios nos libre. Por ello, lo primero es evitar un traje rosa o batines de guatiné, que uno es muy fan de la Maura y al final todos terminamos repitiendo lo que nuestros ídolos hacen. Aún en el bloque se ríen de Tyler y de mí por acudir a la entrega de los premios 'vecinos del año' a lo duquesa y flashito.
Hemos ido de compras, Tyler ya tiene su espectacular, elegante y sexy vestido de vampiresa islandesa por el módico precio de 439 euros. Yo, intranquilo en todo momento por lo que pueda ocurrir con una perra que no controla su mandíbula evocando a una vampiresa, he optado por algo cómodo com es fantasma con sábana blanca.
Hemos llegado al patio, Tyler está guapísima, he de reconocerlo. Todos los vecinos la han fotografiado junto a mí primero, y después junto a Lola. Sin duda han sido la pareja más buscada. Lola por cierto iba de niña de Polstergeist con una peluca rubia muy inapropiada para una gata persa. La fiesta está transcurriendo de maravilla. Hay calabazas, canapés con forma de murciélago que me hacen pensar de dónde sacan éstas señoras tiempo y moldes para hacer semejante obra de ingeniería; y una sección para animales, similar a los parquecitos para niños; dónde se divierten juntos algún hámster de Frankestein, una tortuga de niña del exorcista, un mono balinés de gótico punk, Lola y mi Tyler... así de variopinto es el vecindario.
El hámster ha desaparecido a los 15 minutos, el mono nos ha sobresaltado gritando y con un buen mordisco en el cuello y chorreones de sangre que si no conociera a mi perra juraría eran de broma, y del camisón blanco de la tortuga quedan apenas hilos que dejan ver el duro caparazón marcado con la irremediable dentadura de Tyler.
Sabía que tramaba algo así. Tyler es asesina, hemos de asumirlo, y creerme el cuento de que los vampiros vienen de Islandia y son antepasados suyos a los que quiere honrar sólo ha sido una más de mis insensateces que me costará varios procesos en los tribunales.
Tras el alboroto del mono sangrante y el consiguiente desmayo de la vecina más veterana, Tyler y Lola han aprovechado la ocasión para escapar. Hemos pateado el bloque buscándolas y no ha habido forma de hallarlas. Alguien ha encontrado, en lugar de dónde debería estar el hámster una pluma roja que algunos han tomado como descuido de la perra y yo como una puta broma macabra. Tyler es seguidora de Águila Roja. A saber por qué tejados andarán con el pobre hámster como rehén...
Han pasado dos días desde Halloween y ni rastro de los tres. Sí hay en mi buzón varias denuncias por posesión de animal peligroso y una novedad... el mono gótico está adoptando ciertas conductas maníacas y ya ha mordido a sus dueños y al hijo pequeño de éstos...
Tyler no me coge el teléfono y yo estoy haciendo las maletas para huir, una vez más, de un piso por su culpa. Creo que ha llegado el final...
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Ilustración: Tyler vampira, por Ale de Ariza
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