jueves, 6 de octubre de 2011

La Duquesa y Sevilla, todo sigue igual.

    Tanto bombo para 30 invitados, de los que solo 3 pasaron por la alfombra roja; mantilla y diseñadores en el típico callejón de Sevilla de metro y medio de ancho, algunas sevillanas 'sin oficio' vitoreando en la puerta, cantos de 'Alfonso es sevillano'; y una ciudad que vive de exportar su ego y sus productos 'adquiridos' para marcar su rancia seña de identidad.

    Conozco otra Sevilla, aunque sea levemente, que se mueve entre barrios callejeros, donde el flamenco se fusiona en la voz de Junior y de muchos hip hoperos que remueven la escena a golpe de gorras y patines en una ciudad que tiene mucho mar donde navegar hacia nuevos horizontes.

    No pretendo que en la boda de la duquesa se mostraran éstos signos, incluso me parece coherente tal y como fue, pero ha sido otro escaparate más de el rancio abolengo andaluz, que nada tiene que ver con la mayoría de los que aquí nacimos:

Los típicos diseñadores que pasean a la típica señora de mantilla, para más inri, mujer de un torero. Juventudes toreras de renombre que pasean a novias ex misses y ahora presentadoras de un exitoso programa...de copla. Antiguas musas de Valentino que pierden el culo, y la lengua, por un sarao de renombre tras el que nadie dará cuenta de su alcoholismo (brava Naty). Prensa de medio mundo cuyo interés no era otro que retratar la pintoresca escena de una duquesa octogenaria casándose con un playboy sesentón y acusado de gay en varios mentideros. Y lo mejor, lo que está por venir; una espectacular portada de HOLA! en la que no faltaran ni los novios, ni los toreros, ni las polémicas ex nueras de una señora que se ha puesto el mundo por montera y está viviendo a sus 85 como si tuviera 60 menos.

    Quiero elogiar a doña Cayetana por enamorarse a su edad, por casarse a su edad y por resignarse a que el resto de su vida sea soledad y nostalgia. Quiero destacar su peculiaridad aparente como noble, su cercanía y su brava actitud ante la vida. Pero quiero reprocharle muchas cosas por vendernos una modernidad que para nada tiene. Uno de sus hijos no acude a su boda por los insultos que la mamá dedicó a su actual mujer en pro de la anterior, a la que sí invitó al sarao. Mar Flores, modelo y chica alegre, ex novia y según los cercanos, la mujer más importante en la vida de Cayetano de Alba, no fue por supuesto invitada; ella fue polémica, y a la duquesa no le pareció bien, se convirtión en la bruja del cuento y el príncipe siempre fue infeliz por perder a su verdadero amor. A doña Cayetana tampoco le parecieron bien muchos de los novios de su hija Eugenia, con lo que sólo invita al que ella quiere, Fran Rivera. No me extraña que Eugenia cogiera la varicela el día antes...mínimo es de urticaria...
La duquesa se ha quejado públicamente de la soledad a la que sus hijos la arrojaron y de la incomprensión a la hora de rehacer su vida, pero olvida, sabiéndose poseedora del favor del público, que ella ha sido muy intolerante con los suyos y que ha intentado (y conseguido en muchos casos, ejemplo Cayetano - Genoveva) diseñarles unas vidas a su antojo y dignas de la casa de Alba. Casa que ahora pierde nombre con Alfonso Díez, siendo Ella al final, quién hace y deshace. Una Casa que tiene varias demandas por mal uso de subvenciones recibidas a su multitud de propiedades agrarias. Explotación a trabajadores y dudoso uso de un dinero, que, como no, la Junta de Andalucía calla porque se trata de doña Cayetana, producto publicitario de la Andalucía que algunos aún quieren vender.

    Pese a todo ésto y mucho más, no conozco a periodista alguno de crónica social, como les gusta llamarse a Barrientos, Cortázar, Peñafiel o cualquier otro que no se siente con Jorge Javier Vázquez, cargando tintas contra doña Cayetana o dando cuenta de su mal carácter, de su dominación plena sobre los demás y de sus dudosas subvenciones. Sí lo han hecho contra tonallideras, artistas, o simplemente famosos que al parecer merecen menos respeto por no tener títulos nobiliarios.

    Enhorabuena a Cayetana por su boda, por hacer su deseo realidad y por conseguir parecer una dulce abuelita y no la bruja del cuento que simplemente se ha hecho mayor...

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