miércoles, 15 de febrero de 2012

Tyler la porteña.


    La llegada a Buenos Aires ha sido terrorífica. Terrorista mas bien. Tyler, que debe haber sufrido lo suyo en el bodegón del avión donde la dejé tras reconocer a la tripulación que sí era mi perra, ha saboteado todos los equipajes en las diez horas de vuelo. Al recogerla, le faltaba un diente, se ve que aún hay quién usa Samsonite autenticas... Para compensar, traía un ipad 2, un collar de perlas de Majorca (pobre argentino que se gastara sus ultimos euros en Mallorca), varios cuadernos Moleskine, un tarro de Yssey Miyakee, una funda de piel para el ipad (que ya podría habérsela puesto al chisme y ahorrar un poco de espacio), el último libro de Carlos Zafón y una estupenda colección de plumas y bolis Montblanc que vete tú a saber si son verdaderos o del todo a cien.

    Con una perra cleptomana que apenas conseguía cerrar su pequeña maleta y una cola interminable de argentinos en el mostrador de Reclamación de Equipajes, hemos dejado el aeropuerto en busca de un Taxi o medio de transporte común que nos llevara al centro de MI nueva vida. Digo MI nueva vida porque a pesar de que no he podido cruzar el charco sin ella, pienso deshacerme de esta maldita chucha cueste lo que cueste. ¿No se dice acaso que en sudamérica la vida tiene menos valor y que un muerto justifica cualquier fin? Pues eso hare, cogere un cuchillo, un trinchador y la pondré a la brasa hasta que su asquerosa mandíbula se convierte en una jugosa carrillada de perra islandesa en su punto. Y todo a media luz.
    Pero Tyler es escurridiza. En cuanto he llegado a mi nuevo apartamento en pleno centro de la ciudad porteña, un sonido de violines, estridente y penetrante, en un volumen de 43 sobre 60, ha dado paso a un tango de Gardel. Tyler es todo tópicos. Con ello ha conseguido ponerme muy nervioso y desconcentrarme de mi misión de matarla. Tyler me conoce demasiado bien y sabe que mi enajenamiento mental puede durar unas horas durante las cuales soy capaz de todo, pero que una vez apartado de los oscuros pensamientos, soy incapaz de acometerlo.

    Efectivamente, el puto tango de Gardel a niveles de rave madrileña ha conseguido distraerme y he dejado el cuchillo y el trinchador sobre la mesa de la cocina. Me he ido a buscarla por toda la casa.

    En el salón, donde esperaba hallarla dando unos pasos de tango a cuatro patas, no había nada más que un televisor bastante viejo emitiendo una actuación del maldito cantante de tangos. A la vez que he conseguido bajar el volumen, un portazo se ha oído al final del pasillo. De repente todo es silencio. Gardel canta pero no lo oímos, afuera anochece. 'Tyler!!!' 'Tyler donde estas!!!!' 'Tyler!!!!', he gritado sin hallar respuesta. Como dudo que haya salido a la calle ella sóla (Tyler es muy independiente pero sólo en entornos familiares) he vuelto a la cocina desde donde creía venía el portazo anterior. No estaba allí, pero antes de volver al pasillo, me he dado cuenta que no ha sido su ausencia la única en la cocina. ¡¡¡ El cuchillo y el trinchador han desaparecido de la mesa!!!.

    Estoy perdido, es el final. Me he encerrado corriendo en mi habitación, desde dónde escribo esto a modo de prueba final para cuando hallen mi lindo cadáver. No se oye nada fuera, la maletita de Tyler esta dentro de mi habitación. La he abierto con la idea de comprobar que todo sigue ahí. Solo falta el ipad 2. Tyler esta escondida en algun rincón de este apartamento argentino armada con un cuchillo, un trinchador y un ipad 2. ¿Puede haber peor final que este?
    Tyler es vengativa, y pese a la simpatía que ha demostrado en el taxi desde el aeropuerto, no ha olvidado que he intentado huir de España sin ella, que la he dejado doce horas en la bodega de un vuelo transatlántico y que en cuanto he llegado a casa he buscado el cuchillo y el trinchador... Estoy temblando, ¡¡ mi iPhone esta sonando sobre la cama !! ¡¡¡¡ Es una llamada de FaceTime !!!!:

    En pantalla puedo ver a Tyler, que ha hecho dos agujeros en una servilleta de tela blanca y se la ha plantado a modo de careta. Es ridícula, pero reconozco que me ha evocado a ciertos títulos del cine de terror que últimamente tanto usan máscaras y demás distorsiones faciales para acojonarnos por la pantalla. Tras el impacto visual, peor ha sido la voz, la que ha distorsionado a traves de alguna aplicación (que rápida es ésta perra para las tecnologías oye!) para pronunciar la siguiente frase:

' solo a un insensato como tú se le ocurre tener los pies sobre el suelo en este momento...'

¡¡ AAAAAhhhhhhh!!. Primero han sido dos pinchazos simultáneos en la espinilla y antes que me haya dado tiempo a apartarlos de un manotazo, la punta incisiva del cuchillo se ha adentrado en mi parte trasera del pie provocándome el dolor más intenso que he sufrido en mi vida. La muy zorra estaba oculta bajo la cama. Me ha trinchado, luego me ha clavado el cuchillo y ha salido corriendo dejandome las 'banderillas' puestas cual Miura.

TYLER HA VUELTO.

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Ilustración: Tyler en Argentina por Ale de Ariza