miércoles, 22 de febrero de 2012

Ya no duermo con cualquiera.


    Una de mis compañeras de trabajo es súperhipermega-romántica, y pese a su negativa, es la típica que se vuelve teenager en los comienzos de una nueva historia. Apocalipsis Now!!. He aprendido en tantos años que los comienzos son lo peor. Es un estado edulcorado en el que todo del otro te gusta, y todo es TODO. Es un engaño, un truco mental que a la larga pasa factura. Más rentable es ir a un show de Anthony Blake y doblar cucharas con la mente.
    No voy de negativo amargado porque no tengo amor, de verdad que ahora no lo necesito. Soy una persona fría, o me he hecho frío. Nada me emociona en exceso, nada me remueve por dentro. Mi compañera ha montado una súper noche romántica con su nuevo novio de apenas semanas. Ninguno vive solo, con lo que ha conseguido la casa de una amiga; va a llevarlo a ciegas sin saber adónde va y cuando entren en el apartamento habrá champán, fresas, cena... y lo más importante, CAMA. Si el final es ese, ¿para qué montar un escaparate del Corte Inglés de a mediados de febrero?. Quizás yo sea aburrido, que todo puede ser. Lo doy todo en otros ámbitos, pero en pareja me quedo a medias, o al cuarto.

    La factura que se paga es estar soltero, pero la que se gana es la de una independencia y libertad inhusitada en tiempos de dos. Se vive bien sólo, está claro. La cama grande tiene un doble filo, libertad de movimiento o excesividad de espacio, pero yo ya no duermo con cualquiera. Mucho menos le hago el café a cualquiera por las mañanas. A la persona con la que hubiera querido compartir el resto de mi vida, ya la he conocido... y no ha funcionado. Aseguro que gran parte del fallo es mío, el resto lo achaco a esos comienzos con azúcar que luego pasan a sacarina y que te sorprenden un buen dia tomando café sólo, sin azúcar ni sacarina, en taza de dos sorbos.
    Mientras mi compañera me cuenta sus planes, fantaseo con echar el tiempo atrás y hacer muchas cosas de otra forma. Posibilidades imposibles. Oportunidades únicas. Quejas a nadie, quejas a todo. Incompatibilidad propia, incompatibilidad ajena. Fantaseo con verdades que no dije, con mentiras que repito, con la verborrea mal empleada. Justicia es lo que recibo... pero la cadena nunca es perpetua.

    Puede que todo me pille ya muy viejo... pero sé que no es consuelo de tontos, sino que es el azúcar mal de muchos.


Jesús Galeote