sábado, 7 de abril de 2012

Garrafón.

    La experiencia es un grado, o dos, pero uno realmente no se siente estafado por una copa de garrafa hasta que no se levanta al día siguiente y termina con el culo rollo actor porno al final de una escena huge. ¿Cuándo se comete la estafa, cuándo te das cuenta de ella o cuando realmente se produce? Estoy seguro que mi prima de diecinueve igual ni lo notó ayer ni hoy, pero a mí los escalofríos me hacen escribir éste post tan desagradable.
    Las estafas no son sólo de garrafas. Estafas por todas partes. De la persona que te juró lealtad y ahora se besuquea con cualquiera, del vecino que aprovecha la confianza para entrar incluso cuándo no hay que regar las plantas, de tu amiga que prometió ponerse los tacones que le regalaste para aparecer con bailarinas o de tu cantante preferido que de repente se pasa al reggeaton. La estafa es vida, y nada insana. Tú también besuqueas a cualquiera, también aprovechas la llave del vecino para robarle un poco de ese chocolate tan rico que le traen de Alemania y tampoco te pones la corbata que te regaló tu mejor amigo.
    Estafado te sientes. Estafador como el que más, eres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario