La calle se vuelve blanca para que tus pies cobren vida. Cautivo eres de un pueblo que lo baña todo de blanco loco, de blancura infame. Locos es posible que sean. Locos también los que no paramos a mirarte de camino al bar. Si eres merecedor de las lágrimas de mi madre, no puedo merecer yo el ningunearte. Cautivo que has traspasado mi pantalla y me has arrebatado éstas letras. Cautivo que me haces cambiar la línea, que erizas mi vello. Anoche ni me acordé de mirarte, pero acabas de llegar a mi salón y me estás obligando a escribirte. Cautivo de tí éste parrafo. Cautivas de tí, sus lágrimas.
Jesús Galeote
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