Echar de menos es natural. Un coñazo, pero natural. Asumirlo no implica derrota, como tampoco decir abiertamente que no quieres ir a tal sitio por miedo a que esté. Puede incluso que sea más bonito el sentimiento de quien echa de menos al que no. Tampoco es una carrera. Cada cual en su pista, eso sí. Pero un día ves una bonita escena entre Alaska & Mario, claros ejemplos del romanticismo en éstos tiempos en que los homosexuales se señalan como chaperos, y empiezas a recordar aquellas risas provocadas por el pico de una mesita de noche que se encontró con su frente. O su frente con ella.
Echar de menos es así, tan absurdo como intentar mantener una cicatriz a costa de arrancarte una postilla que tienes en el codo. Echar de menos es así, y es muy de Lunes que no existen cuando llega el Jueves.
Jesús Galeote
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