Aterrizas en la terminal 2E de Paris Charles de Gaulle y de repente tropiezas con el primer elemento nuevo tras una semana ausente, el Sol. Europa quizás sea sol y no sólo España como pretendemos monopolizar. En la caminata de casi media hora desde la 2E a la 2D comienzas a vislumbrar esa Europa nueva sobre la que tanto he leído últimamente, bien en tono político o bien en relatos narrativos de primera calidad.
En esa nueva Europa, digamos la de la debacle, la de la crisis, esa que como bien dice Izaguirre en su última novela ha hecho de ciudades como Shanghai o Bombay nuevas súperpotencias, nuevas riquezas y nuevas turistas. A la altura del Hotel Sheraton de la terminal, me cruzo con un grupo de unas doce quinceañeras indias; tan fashion, tan europa, tan súperpotentes, tan M.I.A. Puede que Bombay aún siga inundado de pobreza, pero se ha mezclado con sus nuevos aires de británicos, de Europa, y exporta a sus mini M.I.A por aeropuertos antaño de tránsito, ahora probablemente de destino.
El Sol, las indias, los rubios y pelirrojos clásicos del gran continente, los españoles que volvemos a casa procedentes de una de esas nuevas súperpotencias, Europa. Es cuestión de paciencia y de volver dentro de diez años a observar cómo será entonces la Europa que ahora perece entre primas de riesgo y deudas entre hermanos. Charles de Gaulle será fiel reflejo, cómo no.
Jesús Galeote.
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