Inspirar, respirar, inspirar. Reloj del infierno que vuelves a tu alarma habitual. Lo llaman rutina. Yo lo llamo mierda. La vida no puede ser ésto, ¡qué coño va a ser ésto!. La vida era lo que ocurría hasta ayer a las dos de la mañana en un trivial que nadie gana. Los hippies huelen a cebolla y las No-Vacaciones huelen a estiércol, a sobras, a caca deluxe. Tengo amigos súper progres que dicen amar el trabajar, sobre todo las chicas. Yo les contesto que son complejos de género, de querer ganar una batalla que sus abuelas no ganaron. Apoyo la guerra, pero me encantaría preguntarles hoy a las 7 de la mañana. Preferir trabajar es como preferir morir. Yugos que nos imponemos porque no creemos sobrevivir a otro tipo de sistema.
Pero yo lo voy a conseguir. Sea por mi bragueta, sea por una suerte literaria o sea por un boleto premiado de una administración de loterías de Cuenca. No conozco a nadie allí, pero el destino, tan caprichoso para hacer morir a gente joven o para que un bebé tenga manos de adulto, también hará que caiga en mis manos un boleto de Cuenca, un Premio Cervantes o un adinerado mafioso ruso. Todo menos ésta vida de No-Vacaciones.
Jesús Galeote
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