jueves, 3 de noviembre de 2011

He dormido con Carla...

    La oí llegar ya tarde, cuando no la esperaba. Me habían dicho que corría un riesgo terrible al no seguir la cadena de whatsapp, pero prefería arriesgar. Soy un patoso para copiar y pegar en pantallas táctiles.

    Ante la posible llegada, quemé romero, puse velas blancas y esperé a que Esperanza Gracia me diera algún consejo más, pero fue en vano. Estaba yo adentrándome en un profundo y placentero sueño. Sobrevolaba Galicia, un paisaje verde, tan sólo interrumpido en contadas ocasiones por abruptos acantilados, se expandía ante mi mente. Sonaban gaitas, con una bella melodía que me adormecía en un fundido a blanco que cada vez cubría más la imagen... De repente, las gaitas comenzaron a sonar más frenéticas, el fundido a blanco dió paso a un gris cada vez más negro. Ví a Carlos Núñez sobre una montaña, el sonido de su gaita comenzaba a ser frenético y delirante; a su derecha, un enorme columpio del que era imposible apreciar desde dónde colgaba. El columpio estaba vacío, las gaitas de Carlos y su escasa melena al viento atrajeron de nuevo mi mirada. Oí el columpio chirriar, cada vez más fuerte, con más frecuencia. Hubo ruído de motos, un fuerte rugir. Entre los dos montes, el del gaitero y el del columpio, se abrió un valle del que comenzaba a llegar un río de un color intenso...cuando llegó a mis pies, pude comprobar que el agua era negra. El rugir de motos volvió con más fuerza, más y más fuerza. Se acercaba una moto sin duda. El sonido de la gaita se convirtió en molesto, el del columpio, chirriante y el de la moto estaba tan cerca que era imposible que aún no pudiera verla...

    Entonces se trasladó a mis espaldas. Cuando me giré, tenía la moto casi encima!!! Logré esquivarla rápidamente y pude apreciar que alguien iba a lomos de esa Harley que se adentró en el río negro y aún así no se hundía. El ruido de todos los elementos a la vez era tan fuerte que grité por un fuerte dolor de tímpanos. De repente el silencio y todo negro.

    En esa oscuridad, podía oír la respiración y los pasos de alguien que se acercaba como si pisara un césped, suavemente...cada vez más cerca...cuando noté su aliento sobre mi nuca y seguía sin ver nada, me desperté exaltado y encendí la luz...

    AHÍ ESTABA!!! justo frente a mí en mi cama! Su largo pelo negro hacía de manta para ambos, y podía ver como se extendía, retorciendo cada mechón de forma que cubría toda la habitación. 'No temas, soy Carla'.

    Con esas palabras y un horrible y frío aliento. Marta se pegó su nariz a la mía, y pude ver sus ojos agrietados, cual cristales rotos a punto de hacerse añicos. Entendí que Carla necesitaba de mí esa noche, y no opuse resistencia alguna.

    No he vuelto a soñar en toda la noche. De hecho, no sé si he vuelto a dormir siquiera. Al amanecer, el cabello se ha recogido sólo descubriendo de nuevo la habitación, y nuestros cuerpos. Carla ha quedado completamente calva ante mi atónita mirada. Se ha incorporado en la cama, me ha mirado. Su mirada ya no eran grietas, ahora eran lágrimas. Me ha besado la frente y su aliento ya no era helado, más bien el típico aliento mañanero.

    Finalmente se ha levantado, ha abierto mi armario, ha buscado una gorra y una sudadera y ha salido a la calle sin despedirse. Ahora debe deambular por las calles buscando un nuevo techo para pasar la larga y oscura noche. Oscura como su cabello...

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