Bálsamo para los labios. Guantes y bufandas para los callejeros. A las 12 del mediodía me fumaba un cigarro bajo una sensación térmica de -4º... en Málaga. El jueves llego a Madrid, el viernes a Londres y no sé qué más capas ponerme para tapar éste frío. Imaginaos el de allí. Si de una entrada melosa se tratara, diría que la única capa que el frío quita es la del calor humano, pero ni de eso hay ganas; no os engaño.
Pediré Telepizza, me fumaré alguna hierba medicinal y me autoinmolaré en una manta de lana de patchwork de colores que la madre de un algún indigno hizo para mí hace tiempo. Mi casa no está fría, frío tengo el corazón, incluso el prepucio... pero no la casa.
Qué coño le habré hecho yo a Siberia.